12 jun 2008

José Antonio Ramos Sucre


Ramos Sucre nació un 9 de junio de1890 y murió con sus recién cumplidos 40 años un 13 de junio de 1930. Ese eterno atormentado se suicidó tomando una dosis letal de veronal. Aquí va una mínima aproximación a su obra.

La belleza o la estética de lo feo.


Resulta complicado establecer hasta qué punto la obra de Ramos Sucre nos acerca hacia la belleza de la palabra o hacia el repudio de las diversas circunstancias de la vida. Se puede percibir a simple vista mientras leemos sus eruditos poemas, que se nos cierra el paso de la comprensión de los mismos, y hasta paradójico en cierto modo, hallar esa “belleza” que desde principio a fin, se oculta, se camufla entre su extraordinaria prosa, la misma que despierta una irremediable resistencia a ser descubierta. Dicho de otra manera, el peculiar hermetismo en su prosa nos lleva a retomar enunciados e incluso poemas completos para poder darle forma a una idea central que siempre está oculta y que en muchas ocasiones se hace difícil conseguir. Esto no quiere decir que haya incoherencia dentro de los ejes temáticos de sus poemas, por el contrario, es precisamente la claridad del lenguaje el punto en que se imbrican los significados, que se hacen objeto de sí mismos, de su propia comprensión, pues "las palabras tienen la vocación de extraer de las cosas el centro invisible de su verdadera significación."
(Tomado de BLANCHOT, Maurice: El libro que vendrá) Los poemas de Ramos Sucre son una especie de reflejo entre ellos mismos que se abstraen de la realidad o interpretación que puedan atribuírseles, quizás por ello, la belleza que les acompaña se hace diáfana para unos e incontrable para otros.

Otra perspectiva en relación a la belleza dentro de los poemas de Ramos Sucre, lo pudiera tratar con el siguiente enunciado: la estética de los feo. Relaciono esto con las diversas problemáticas que ha generado el intento por definir el estilo particular del autor y por el incesante empeño en otorgarle a sus poemas características particulares que la distingan. El nivel de abstracción que alcancemos los lectores será fundamental para decidir si hay belleza como tal o un manejo bien tratado de lo "feo" o grotesco dentro de los poemas. Recuérdese, además, que en la época que se dio a conocer la obra de Ramos Sucre, el impacto que provocó ésta, no fue muy favorable, ya que dicha obra rompió por completo con los estereotipos literarios del momento, ganando con ello un rechazo general a priori. De allí el primer motivo para etiquetar con "la estética de lo feo" la sagacidad del autor en sus composiciones.

En "La muerte de un héroe", poema de su libro La torre del timón (1925), Ramos Sucre se va a los polos opuestos del significado cuando define el término "valor", pues así como afirma que "el valor es en su alma desterrada y superior, un artístico anhelo de morir" reconoce también que "...es timbre de las castas egregias, criadas para el torneo decoroso y gallardo"; luego refuta lo dicho anteriormente utilizando una frase que encierra tanto gloria como dolor: "El valor es una de las tantas dotes hermosas y funestas. LLeva al sacrificio y a la muerte , apareja el desastroso escarmiento." En principio el autor remite sólo a la importancia del término "valor" para los hombres, pero luego gracias a la lectura y a esa abstracción involuntaria de los significados, logramos contraponer sus "dotes hermosas y funestas", viendo cómo conserva el tema principal dentro de su obra: la muerte. Se aprecia también cómo Ramos Sucre de ese desconcierto que le produce la era industrializada, logra sacar la fuerza necesaria para equiparar la belleza de la palabra con la vacuidad avasallante de la época:

"Sueño que sopla una violenta ráfaga de invierno sobre tus cabellos descubiertos, oh niña, que transitas por la nevada urbe monstruosa, a donde todavía joven espero llegar, para verte pasar."

El autor sabe que es inevitable la presencia de la "urbe monstruosa" por eso presenta una vía de escape a través de un sueño que ofrece tal oportunidad, y en donde le promete a la "ñiña" la salvación: "unidos en un mismo ensueño, huiremos del mundo, cada día más bárbaro y avaro". De estos ejemplos se perciben características constantes a lo largo de toda la obra de Ramos Sucre, una de ellas es la sonoridad que producen los enunciados, que extraídos del poema en sí, conservan o mantienen su carácter independiente, es decir, que aún aislados del todo, generan una gran coherencia al cual referirse.

Otra característica presente es la que alude al malestar irremediable que produce la época sobre el autor, lo cual se exalta con la truculencia de las palabras que éste le imprime. La visión del "yo" ramosucrense se ve sumergida en un estado de angustia que da paso a un sin número de construcciones literarias que más que dolorosas, muestran desesperación.

La belleza o la estética de lo feo no son puntos diferentes dentro de la obra de Ramos Sucre, son más bien una moneda vista por ambas caras que se corresponden mutuamente, en donde la diferencia entre estas dos maneras de bellezas -por llamarlo de algún modo- dependen de las especulaciones propias de nosotros los lectores y del nivel de abstracción que logremos para enfrentar la profundidad de su obra.


La muerte: puerta a la felicidad.


El tema principal sobre el cual giran los poemas de Ramos Sucre es la muerte, ya lo había señalado. Tema que se insinúa sobre una prosa desesperada e inquietante en donde las sobras de ingenuidad -si es que las hay- se transforman en apologías del dolor. Toda aquella decadencia física que desde temprana edad agobió al espíritu del poeta, fue plasmada con destreza en sus poemas, los cuales encierran un "yo" que vive renegando de sí mismo y al mundo que pertenece. Por ello mismo prefiere mantenerse al margen de todo y de todos, evitando con esto el contacto con lo que lo hiere y lastima., consiguiendo en la soledad el "único refugio acaso de los que parecen de otra época, desconcertados con el progreso." Al autor parece que le afectara más ese alud de futilidad que percibía de este "progreso" que la poca salud que siempre lo acosó, pues así como la muerte fue en sus poemas una alternativa tentadora, la modernidad o la nueva época fue el motivo que movió al poeta a refugiarse en la palabra "dura" que halló en la soledad: "yo soy el amigo de los paladines que buscaron vanamente la muerte en el riesgo de la última batalla larga y desgraciada".

Posiblemente para muchas personas la "puerta a la felicidad" está en la vida misma, pues en ésta, es donde pueden vanagloriarse de esa suntuosidad que tanto necesitan para cubrir su ego decadente. Conseguir en esta pequeña brecha que es la vida toda la riqueza posible que la muerte les robará. Ramos Sucre, por el contrario, evoca en todo momento ese estado trascendental del alma que sólo se alcanza con la muerte, con esa terrible señora que tanta incertidumbre provoca hasta en el más fuerte. Por ello mismo el poeta anhela esa "nada" que le abrirá una puerta en el medio de la tormenta que lo sofoca:


"Yo quisiera estar entre vacías tinieblas , porque el mundo lastima cruelmente mis sentidos y la vida me aflige, impertinente amada que me cuenta amarguras".

La muerte es una obsesión ineludible para Ramos Sucre con la cual busca, hasta cierto punto, establecer un margen de conciencia sobre ella en sus poemas, es decir, la sublima para provocar en los lectores un estado de tensión que conlleve a la reflexión del irreversible caos que hay en el mundo. De una u otra forma todo lo que encierra la prosa del poeta compromete la conciencia del lector, con lo que además, se exalta la particularidad de cómo el autor realiza dicho cometido. Incluso en los poemas en que parece zafarse de la marca distintiva ramosucrense, siempre existe un punto que emerge de donde menos se espera para recodificar un posible enunciado que no aluda a la angustia. Los propios significados de los poemas buscan por sí mismos reconstruirse sobre un eje temático central cuando se ven alejados de éste, como si estuvieran atados a él y no pudieran liberarse por más que lo intentaran.

Elementos ligados a la muerte tales como el dolor, la angustia, el desamparo, etc., en cierto modo cumplieron funciones catárticas en el autor y la siguen cumpliendo en nosotros los lectores cada vez que enfrentamos -por ejemplo- a un "Preludio" tan condensado en sus entrañas. El poeta se adentra en estos temas precisamente porque quiere liberarse de sus efectos, y la mejor manera para hacerlo es manipulando los extremos positivos y negativos que pueden producir éstos en la conciencia humana. Apoyándome en la teoría “la mejor defensa es el ataque”, doy por comprobado que fue esto lo que Ramos Sucre hizo justamente en su trabajo literario. Sería un poco ingenuo pensar que el poeta escogió temas tan comprometedores por simple placer. Lo que sería más sensato imaginar es que hubo una absoluta premeditación por su parte en abordarlos, para sacar de ellos, provechos que pudieran ir desde lo espiritual a lo social. Nos vemos involucrados en este proceso catártico, ya que por el simple hecho de establecer contacto con temas que en la mayoría de los casos provocan temor y descontento, se produce ese efecto reflexivo que impulsa a la toma de conciencia sobre situaciones que ningún hombre puede evadir.

"Se nota en los tiempos que corren un desmedido entusiasmo por los intereses materiales inmediatos, muy hostil, en cambio, al culto de los ideales que han exaltado en todo tiempo la dignidad humana."

La muerte quizás no sea una puerta a la felicidad pero seguramente sí es el final de tanto sufrimiento y hedor que se inhala del mundo, ese que Ramos Sucre en su época ya le notaba el "entusiasmo por los intereses materiales" que en lo envolvía y que a través del tiempo se aferra cada vez más al aire que respiramos.


Ramos Sucre: ¿un poeta maldito o un maldito poeta?


Aquí pretendo establecer analogías entre la prosa de Ramos Sucre y la de ese poeta que muchos etiquetaron como "maldito": Baudelaire.

Sin duda alguna el primer punto que pudiera abordar para comenzar a establecer las similitudes entre las obras de estos dos poetas, es el carácter fragmentario de éstas, es decir, si extraemos un párrafo de un determinado poema tanto de Ramos Sucre como de Baudelaire para analizarlos por separados, se conseguiría la sensación de estar en presencia de una unidad completa dentro de su estructura, la cual se podría considerar como un poema.

"El sol agobia a la ciudad con su luz recta y terrible; deslumbra la arena y espejea al mar. El mundo estupefacto cobardemente se rinde y duerme la siesta, siesta que es a manera de la muerte sabrosa en que el durmiente, despierto a medias, gusta las voluptuosidades de su aniquilamiento"2.

En la imagen presentada anteriormente se observa que los enunciados cuadran como un todo que no le sobra y falta nada, remitiéndose a sí mismos en un marco de significación que construye su propio espacio. El mismo efecto de puede notar en el siguiente ejemplo:

"Yo adolezco de una degeneración ilustre; amo el dolor, la belleza y la crueldad, sobre todo esta última, que sirve para destruir un mundo abandonado al mal. Imagino constantemente la sensación del padecimiento físico, de la lesión orgánica."

De los ejemplos citados de Baudelaire y Ramos Sucre respectivamente se puede extraer un segundo punto análogo entre ambos: la intensidad poética proveniente de la tristeza y el dolor que produce la vida misma. Ambos poetas consiguen en el caos reinante que los rodea, la base precisa para proyectar la fuerza espiritual que los agobia, exteriorizan -por llamarlo de algún modo- la perenne angustia de sus sentidos a un punto tal que lo subjetivo se trastoca hacia lo objetivo y viceversa.

Una característica propia del movimiento simbolista, teoría en donde muchos estudiosos han incluido a Baudelaire, consiste en el uso de la decadencia social como fuente poética. ¿Sería un error ubicar a Ramos Sucre dentro del movimiento simbolista?. Lo cierto del caso es que entre estos dos poetas existe una afinidad intrínseca que va más allá del hecho de ubicarlos en un movimiento literario.

Un tercer punto característico en donde existe otra relación entre la prosa de Baudelaire y Ramos Sucre, es esa sensación de haber leido todo y de no haber comprendido nada, pues la ambigüedad en que se envuelven los temas de sus obras no permite sacar una idea diáfana para su cabal entendimiento. José Antonio Ramos Sucre, un poeta muy particular que aún da mucho de qué hablar.

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